Portugal, en un acto que busca rectificar un mal histórico, concede la nacionalidad a judíos sefarditas sus descendientes (nombre que deriva de que a la península Ibérica se la conoce como Sefarad en hebreo).

Los beneficiarios: Portugal reconoce el derecho a todos lo descendientes de judíos expulsados de la península ibérica (península llamada Sefarad en hebreo; de ahí el apelativo Sefardí), lo cual extiende el derecho a los descendientes de quienes habitaban lo que ahora es el Reino España, no solo a aquellos que habitaron lo que ahora es la República de Portugal.